sábado, 3 de noviembre de 2012

Capitulo 26.


Corrí a toda velocidad hasta el baño de la habitación de mi madre, que en ese minuto era el más cercano. Hace un par de días que había estado con vómitos y mareos constantes, lo que claramente no era normal. No solía enfermarme del estómago, algo así como estomago de pajarito, diría mi abuela, porque puedo comer de todo y nada le hacía mal a mi organismo. Bueno, siempre hay algún caso especial.

-Hija, debería llevarte a la clínica -sugirió mi mamá


-No, tranquila, ya va a pasar -suspiré y comencé a enjuagarme la boca con agua.- No sé qué comí para que ahora esté así.


-Menos lo sé yo -me abrazó.


Comenzó a acariciar mi espalda para tranquilizarme. Hace dos semanas yo ya estaba algo más tranquila con lo de haber dejado atrás a John. Lloré prácticamente un mes, supuestamente porque no me adaptaba, pero mamá estaba algo angustiada por mi extraña reacción ante el distanciamiento con mis primos.


De pronto volví a sentir nauseas y nuevamente estaba frente al inodoro con la cabeza prácticamente dentro de él.


Así fue como de comencé a recordar y sacar algunas conclusiones, las que no tardó en sacar mi progenitora. Me llevó con cuidado y me ayudó a recostarme sobre su amplia cama.


-Nayeli, respóndeme esto -suspiró y tomó mi mano.- ¿Te ha llegado tu periodo?


-No… -respondí algo asustada.


-¿Ha hace cuánto?


-Debería haberme llegado hace un mes más o menos.


- ¿nono ha… ha llegado? -negué con la cabeza.


Lo tenía. Nauseas, mareos, la ausencia de mi periodo menstrual. Winston más yo el día antes de mi partida da como resultado… Sí, un bebé. Las lágrimas no tardaron en comenzar a rodar por mis mejillas ¿qué haría ahora?


-Nayeli ¿con quién? -preguntó realmente asustada, supongo que tenía sus sospechas...


El silencio se hizo presente en cuanto me colgué de su cuello mientras las lagrimas no pretendían detenerse ni las mías ni las de ellas. ¿Sería madre soltera? ¿John querría reconocerlo? ¿Volvería a ver a Winston?


-Wins-ton -articulé.


-¿Q, qué? -pronunció con un hilo de voz.


-Tengo que hacerme un examen, quizá solo sea coincidencia


-Nayeli, estas embarazada, es lo más seguro -dijo mirándome fijamente a los ojos.- Haremos exámenes, compraré un test de embarazo, pero también haremos exámenes de sangre mañana mismo -suspiró y me abrazó.- Volveremos a con Winston si los exámenes salen positivos.


-Noél no… No querrá saber de mí, lo dejé y…


-Quizá tengan un hijo. Tendrá que asumir la responsabilidad.


No dormí en toda la noche, tenía la imagen de Winston fija en mi mente, de distintas formas, distintas reacciones. Ese era mi gran temor, porque algo me decía que sí esperaba un hijo de él, que había algo con vida dentro de mí que llevaba su sangre, pero no sabía si el querría tenerlo, si lo aceptaría o lo negaría rotundamente culpándome a mí por no haberme cuidado o porque quizás no pertenecía a él. Sí existía esa pequeña criatura dentro de mí, era de él y de nadie más. Con él fue mi primera vez y no fui de nadie más, solo de él.

Mi madre entró rápidamente a mi cuarto, me sobresalté un poco al verla, pero nada pasó más que un pequeño susto.


- ¿No has orinado verdad? -negué con la cabeza.- Ok, ten esto. Lee las instrucciones, no recuerdo cómo usarlos.


Me metí al baño y comencé a leer las instrucciones de la caja unas tres veces hasta memorizarlas. Dentro de la cajita venía una tirita de papel un recipiente y el aparato extraño, pero entendible a la vez. Oriné por primera vez en un pequeño recipiente y fue algo extraño e incomodo, pero estaba ansiosa por saber mi estado. Metí la mitad de la tirita dentro del recipiente y luego inserté está en una ranura del aparato. Lo dejé ahí algo así como diez minutos mientras esperaba sentada sobre el retrete. Tomé algo nerviosa el aparato y observé el resultado.
Positivo. Mi corazón se detuvo por un momento, pero luego volvió a latir con todas sus fuerzas. Salí del baño llorando a mares, pero con una sonrisa en mi rostro. Mamá me abrazó con todas sus fuerzas, como queriendo protegerme.


-Ahora debemos ir a la clínica, sabes que estos no son demasiado exactos -asentí con mi cabeza.


Me metí a la ducha y no salí hasta sentirme lo suficientemente limpia. Me vestí con unos jeans algo gruesos, botas vaqueras sin demasiado taco, una polera de mangas cortas y un polerón blanco de cierre y capucha. Bajé con cuidado las escaleras para subir al auto de mamá, que me esperaba montada en él.
El silencio era escalofriante y nervioso. Entramos prácticamente a zancadas a la clínica y subimos por el ascensor. Me senté en una de las tantas sillas que habían mamá se acerco donde la secretaría. Unos minutos después mamá me acompañaba a entrar a la gran sala con mesas y diversas jeringas y agujas. No fue demasiado doloroso, no más que el hecho de que Winston no quisiera hacerse cargo de su hijo.


- ¿Para cuándo estarán los exámenes? -pregunto ansiosa mi mamá.


-Pasado mañana puede pasar por ellos.


-Gracias -respondió seca y salimos de aquel blanco lugar.

Mamá había sacado los pasajes. Sí o sí iríamos donde nuestra única familia. Antes de irnos al aeropuerto pasamos por los exámenes, lo cuales no abrí hasta que me encontré cómoda en el asiento del avión.


-Ma… -dije.


- ¡Ábrelo ya! -respondió ansiosa.


Algo temblorosa comencé a romper el sobre celeste con mi nombre. Leía sin entender demasiado el significado, pero había algo que cualquiera podría entender. Miré a mi mamá directo a sus hermosos ojos.


-Serás abuela -le conté emocionada.





Capitulo 25.


Sin ganas ni ánimos, inventé una tonta excusa a mamá, diciéndole que lo mejor sería marchar de noche, que nadie se diera cuenta,  pues así después no insistirían en que siguiéramos alojando.

- ¿Estás segura? Será muy maleducado  -Me reprochó mientras miraba por la ventana.

-Sabes que odio las despedidas y en cuanto más rápido salgamos de aquí sin decirle adiós a nadie se me hará más fácil y liviano. Por favor mamá, te lo ruego ¿Es necesario despedirnos? Podemos dejar una nota  -Mis ojos y mi voz rogaban de corazón desaparecer de un día para otro, me angustiaba saber que me alejaría de Winston… otra vez.
Me miró en desacuerdo para luego suspirar sin más que aceptar mi oferta.

-Está bien, solo porque ya te costó despedirte mucho de la familia la primera vez que nos mudamos a Seattle  -Murmuró.

Siendo de mañana mi madre tuvo el tiempo necesario para dar un viaje hasta el aeropuerto de New Jersey y regresar con los boletos destinados para las 4 de la madrugada.
2am en punto. La alarma de mi celular sonó interrumpiendo mi denso sueño…  supuse que estaba repleto de angustia y tristeza.

Me puse de pie soñolienta y comencé a empacar lo poco que me quedaba en la gran maleta. Tomé una de las últimas prendas y la llevé a mi nariz, estaba completamente impregnada con el suave, exquisito y embriagante perfume de Winston... fue cuando mis piernas tambalearon, sentí mi corazón agitarse y enseguida el nudo en la garganta… Lo dejaría, me alejaría de él una vez más. El mundo se me venía encima;  él era todo lo que necesitaba en la vida, nada más que él y ahora tendría que partir, después de todo… si lo pensaba bien, era lo mejor,  lo nuestro nunca en la vida podría ser aceptado.

- ¿A dónde vas a estas horas?  -Una voz ronca y fría provocó un escalofriante eco en la habitación.

Me giré asustada y como era de esperarlo…  ahí estaba él, de brazos cruzados y apoyado en la pared. Ni hablar de la terrible expresión que llevaba.

Lo sonreí nerviosa y distraída, tratando de inventar la mejor excusa, cosa que creyera todo y volviera a sus dulces sueños.

- ¡John!  -Exclamé sonriente y llevé una de mis manos a mi pecho para sentir como mi corazón planeaba escapar de ahí.-  Dios. Ya creo que… -Cortó mi entretenida voz nerviosa y me enfrentó serio.

-Respóndeme Nayeli. Dime…  ¿Por qué haces tu maleta?  -No desviaba la mirada de mí y yo solo pedía al cielo que la tierra me tragase.

-Winston, yo -Me volví seria, triste y rendida.- esto era todo.

- ¿Qué es lo que planeas?  -Me invitó a seguir.

-Winston… -Levanté mi rostro escondido y lo miré dispuesta a contarle todo.-  yo, yo me voy John… mamá sacó los pasajes y…  nos vamos  -Tragué saliva y cerré mis ojos llorosos para dejar caer una lágrima dolorosa por mi mejilla.

-Lo siento… -Carcajeó y me miró casi sonriente.-  ¿Qué es lo que acabas de decir?

Mi voz estaba empeñada en quedarse escondida en lo más profundo de mí, con suerte tenía fuerzas para mantenerme en pie…  hablar ya no podía.

-Nayeli, mírame y responde. Es una broma ¿No es cierto? Sé que tu no romperías una promesa… esto… es una mala broma… y ya deja de hacerte la graciosa, la arruiné lo siento  -Se me acercó y me abrazó ahogando mi reparación.

Tiré de su pecho tibio hacia delante y lo enfrenté una vez más, mis ojos ya estabas rojos, ya estaba llorando y el no se daba cuenta, peor era, más impotencia tenía al saber que lo nuestro fue solo una mala idea, que nunca debió haber pasado, porque tarde o temprano este momento llegaría.

-John, no estoy bromeando…  quiero que te vayas de aquí,  vete a tu cuarto, por favor -Rogué desesperada, tratando de ocultar mi temblorosa voz.

- ¿Qué?  -Arqueó una ceja y enseguida sentí su voz quebrarse.

-Que te vayas  -Sollocé corriendo a la puerta y abriéndola en señal de que se largara.

-Nayeli, es enserio, por favor basta, no es gracioso  -Sollozó mirándome desesperado, mas bien, esperanzado para que ocurriese un milagro.

- ¡NO ES BROMA! ¡ME IRÉ DE AQUÍ! ¡LOS MALDITOS PASAJES ESTÁN COMPRADOS! ¡Y AHORA QUIERO QUE TE MARCHES! ¡YA DÉJAME TRANQUILA! ¡VETE DE UNA VEZ!  -Exploté con llanto y rabia,  me ahogaba en mis intentos de respirar, de mis tristes ojos brotaban y brotaban lágrimas, estaba destrozada y Winston aumentaba más el maldito dolor.

-¿Me mentiste?  -Susurró entrecortado, mirándome desde lejos sin moverse.

- ¿Qué no te das cuenta? Estoy obligada a irme, no puedo quedarme, Winston…  esto ya no puede seguir, entiende que es imposible, ¡MALDITA SEA! ¡TENEMOS LA MISMA SANGRE!  -Grité, sin importarme de que los demás durmieran y se enteraran de que nos marcharíamos.

-Eres una mentirosa  -Sollozó acercándose y quedándose junto a la puerta.-  Yo… ¡Vete! ¿SABES QUE? ¡VETE! ¡VETE AHORA MISMO! ¡NO QUIERO VOLER A VERTE NUNCA MÁS! ¡NUNCA MÁS! -Gritó y me miró totalmente fuera de sí.

Más de un trillón de puñaladas atravesaron mi corazón y sentí una vez más la sensación de caer al suelo.

Las puertas de las habitaciones se abrieron, la de mi madre, las de mis tíos y la de mis primos… todos preocupados.

- ¡Por dios! ¿Qué es lo que está ocurriendo aquí?  -Preguntó Leah al ver a su hijo tiritando.
Winston me miró por última vez y se encerró dando un portazo en su habitación.
James fue el primero en pegarme una mirada totalmente sorprendida y entendí muy bien que ya sabía todo lo que estaba ocurriendo.

-Yo… -Sollocé.-  lamento haberlos despertado  -Me deshice en llanto y le cerré la puerta a todos para correr a la maleta y tirar las prendas sin importar su orden.

Eran las 3 de la madrugada y salí del cuarto con mis ojos cerrados, suspiré con odio y corrí escaleras abajo para encontrarme con toda la familia, menos con él.

Todos me abrazaron entregándome el afecto que necesitaba, pero no exactamente el que yo quería, el que era mi fuente de vida, no.

-No quiso bajar  -Susurró en mi oído, mientras me apretaba con cariño en sus brazos Paul.
Comencé a llorar en su cuello,  humedeciendo la delgada remera que traía puesta como pijama. Me alejé de sus brazos y lo analicé sus ojos estaban rojos y los notaba vidriosos.

-Voy a extrañarte  -Sollocé mirándolo a los ojos.

-También yo…  no tienes idea todo lo que te necesito ahora  -Secó mis lágrimas y besó mi frente.
-Sabes que todos los días estaré dándote apoyo  -Le sonreí para luego volver a refugiarme entre sus brazos.
Pronto salimos de la casa entre bendiciones y buenos deseos para el viaje,  el taxi ya estaba ahí con el mismo conductor que me había trasladado en mi llegada, los recuerdos se me vinieron encima y sentí la necesidad de correr al auto y subirme con desesperación, ya no quería nada más que volver a Seattle.

Vi a mi madre despedirse una vez más de todos y encaminarse hasta el taxi, se subió, tomó de mi mano y agitó la otra libre mirando a los demás, solo les sonreí sin ánimos y desvié la mirada hacia la ventana del segundo piso,  la luz estaba apagada, pero aún así, notaba que alguien me observaba por el cristal, exploté en llanto y apegué mi mano al vidrio,  cuando el auto encendió el motor y la sombra de mi amor despareció siendo remplazada por la fría cortina.



[...]

asdfg fin:3 okno; quizá suba mas de rato.. Saludos.

Capitulo 24.


Me apresuré en poner mi ropa interior, al igual que John, solo que yo me puse el pijama que se encontraba bajo mi almohada y él la ropa que llevaba puesta antes. Ordené un poco mi cabello y no sé cuánto nos habremos demorado pero fue justo lo que debíamos para que yo estuviera sentada sobre la cama y el parado fingiendo hablar sobre algún tema de importancia en el momento que se abría la puerta. Genial, no me había equivocado. Ahí estaba ella con su rostro sonriente.

-¡Mi dios, estas más grande! -me levanté en el momento que vi que caminaba hacia mí.

-¿Qué haces aquí? -Pregunté mientras nos abrazábamos

-Bueno, yo sé que no me esperabas, pero esa no es precisamente la bienvenida que esperaba.

-lo siento, ma. Te extrañé -apoyé mi cabeza sobre su hombro y le sonreí a John
El correspondió el gesto mientras mi mamá deshacía nuestro abrazo lentamente.

-John, pequeño -sonrió dulcemente hacia a él.-—Bueno, ya no estás tan pequeño -beso su mejilla para saludarlo.

-Hace tiempo que no la veía, tía -pronunció algo incomodo.

- ¿Qué acaso perdiste la memoria? -solté una risita al recordar mi llegada, cuando John no tenia memoria alguna sobre mí.

- ¿Por qué?  -preguntó confundido.

-Nunca me dijiste tía ni mucho menos me trataste de usted -sonrió alegre y John seguía confundido- Vamos, aún puedes decirme Elizabeth.

-Oh, sí… claro, como quiera  -mamá frunció el ceño.- QUIERAS  -corrigió mi príncipe azul.- Así está bien  -sonrió.-  Chicos, vamos a cenar ahora.

-Ah, que bien, tengo hambre  -admití.

- ¿con pijama tan temprano? -me miró extrañada mi mamá

-Oh, es que…

-Nayeli no se sentía muy bien hace un rato… pero durmió como quince minutos y ahora está bien.

-Sí, me dolía un poco la cabeza.

-Bueno, John, vamos,  esta señorita se va a poner unos jeans y una polera para cenar.

-sí, sí, claro,  vamos –John dejo que saliera mi mamá primero y antes de salir él me dio un beso en los labios.

Sonreí embobada ¿Es que es legal ser tan perfecto? Pues no debería, uno queda como babosa frente a seres como Winston.

Le obedecí a mi madre y me puse los jeans que anteriormente John había quitado de escena y la misma blusa. Acomodé mi cabello con unas trabas y bajé las escaleras. Estaban todos en la mesa, pero aún no comenzaban a comer, me esperaban a mí.
La cena fue agradable, la mayoría del tiempo hablaron del viaje de mamá y del mucho tiempo que había pasado sin verse. Mamá estaba feliz de volver a ver a sus sobrinos y a mí, juntos, como en los viejos tiempos.

Yo estaba algo nerviosa, sabía que pronto tocaría el tema del viaje de regreso a Seattle. Afortunadamente no lo tocó en la mesa, pero si cuando estaba por dormirme entró a mi habitación.

-¿Y cuándo nos iremos? -pregunté angustiada

-En dos días, tengo que cumplir con el trabajo y no quiero darle más molestias a tus tíos, han sido muy buenos contigo, pero no hay que aprovecharse.

-Sí… Bueno, creo que no hay otra opción.

-¿No quieres irte?

-No es eso, mamá. Te extrañé mucho, pero creo que me acostumbre a estar con los chicos. No sé cuando volveré a verlos.

-Tranquila, ahora hay que venir más seguido o invitarlos a ellos para que nos visiten -afirmé con la cabeza.- Buenas noches, que duermas bien.

-Tú igual. Te quiero.

-Yo también, hija.

Salió cerrando con cuidado la puerta. El sueño no tardo en alcanzarme, a pesar de mi temor por decirle a John  que me marchaba y que no podría cumplir mi promesa.

Capitulo 23.


Me quedé pensativa y dejé caer mi cuerpo en el acolchado, Estaba nadando en pensamientos cuando el vibrados junto a la melodía me despertaron.

-Mamá  -Musité apenas contesté.

-Cariño… -Suspiró.-  Pensé que nunca ibas a contestar ¿Cómo has estado?  -Dijo tranquila.

-Bien, excelente de hecho, la atención de mis tíos es…  única, creo que debo agradecerte por haberme mandado aquí  -Expresé emocionada, definitivamente había sido su mejor elección.

- ¿No extrañas volver a casa?  -Preguntó luego de haber carcajeado entretenida.

-Aunque no lo creas, no… Solemos estar todo el tiempo solas, aquí es diferente, además… tu trabajo en Europa debe estar andando a la perfección  -Me excusé, no quería volver a mi hogar en Seattle.

-Si, va de maravilla…  ¿Me extrañas?  -Ok, esto es raro…  Pregunta si extraño mi hogar y ahora si la extraño a ella.

-Claro que si, tu humor sarcástico de las mañanas… -Reí.

-También te extraño hijita, quiero verte pronto  -Se escuchaba emocionada.

-Eso… sería lindo… -Traté de sonar animada, pero la verdad con saber de que si volvía tendría que marcharme de New Jersey, mi voz era para un funeral.

-Ya tengo que cortar –Susurró.-  ¡Ah! Pero antes…  ¿Hiciste amistades? ¿Algún chico?  -Su voz sonaba traviesa.

-Mamá  -Reí y pensé en mi respuesta.- Si, de hecho si, y es mi primo ¿Encuentras que hacemos una linda pareja? Pues yo si… no, la verdad es que pasar tiempo con mis primos es… lindo, no estoy interesada en salir a conocer a otras personas  -Me expliqué.

-Bueno, me parece bien entonces ¿Te parece si hablamos más tarde? Llamaré apenas pueda… Cuídate ¿Si?  -La escuché desanimada de colgar.
-—Está bien, esperaré tu llamada  -Musité confusa, seguramente en estos pocos minutos de llamaba había gastado mucho y…  ¿Volvería a llamar?
Pronto colgó la llamada y Winston apareció en la puerta acompañado de un tazón con cereales y leche.

-Así que…  ¿Le agradeces a tu mamá de haberte enviado aquí? ¿Pasar tiempo con tus primos es lindo?  -Preguntó con una sonrisa traviesa en los labios mientras su mandíbula se movía de lado a lado, hablaba con la boca llena.

Rodé los ojos y sonreí.

 ¿Sabías que es de mala educación escuchar las conversaciones privadas?  -Reí y con un gesto lo invité a pasar.

-No pretendía escuchar, solo que me divertía oír como inventabas tiernas excusas… ¿Por qué no le dijiste; Winston es mi favorito, es que… auch, me vuelve loca?  -Se sentó a mi lado.

Lo miré seria, luego entrecerré los ojos y sonreí.

-¡Ja! Entonces así todos pensaran que lo de nosotros es algo distorsionado y nos querrán separar -Dije seria.

Abrió grandes ojos y al parecer se atoró, comenzó a toser y yo a lo único que atiné fue a reír y a quitarle el tazón de las manos, dejarlo en la mesita de noche y levantar sus brazos.

-Ya vamos . Supongo que no querrás que le diga eso ¿Verdad?  -Dije riendo viendo su rostro rojo.

Pronto volvió a tomar el ritmo de respiración normal y rió conmigo. De un momento a otro me vi recostada mirando el techo y a John sobre mí sujetándome de la cintura, sentado entre mis piernas.

- ¿Sabes? Tengo ganas de besarte  -Susurró para luego morder su labio inferior.

-¿Y qué  esperas? -Imité su tono de voz sensual y tomé de su polera para tirar de ella y atraerlos a mis labios.

Atrapó mis labios con pasión y sin delicadeza, esta vez quería ser descuidado y desenfrenado… Ok, y si quería velocidad, eso era lo que tendría.
Sus grandes y calientes manos comenzaron a acariciar mi piel por debajo de la polera, mientras que yo, sin querer esperar, tiraba de su polera hacia arriba.

Tomó de mis muñecas y las posó a cada lado de mi rostro, se alejó de mis labios para mirarme tentativo y se acercó a mi oído izquierdo.



-Solo disfruta la tortura  -Susurró y al finalizar mordió con delicadeza y sensualidad el lóbulo de mi oreja.

Sentí como soltaba mis muñecas esperando a que las dejara quietas en el mismo lugar, y así fue. Alejó su torso del mío y llevó sus manos al primer botón de mi camisa mangas cortas. Lentamente, comenzó a quitar botón por botón, mientras que mi respiración se agitaba y mi pecho subía y bajaba desesperado en busca de aire. Al tenerla completamente desabrochada, no la quitó, pero dejó mi torso descubierto. Se sentó cómodamente entre mis piernas y se quitó el solo su polera ajustada que le quedaba de las mil maravillas. Sentí morir, sus pectorales, sus músculos tan bien marcados me dejaban volando, su piel tersa parecía brillar, simplemente moriría si no la sentía quemar al tocar la mía. Vi como se agachaba y llevaba sus labios directamente hasta mi vientre, así comenzó con una serie de húmedos y placenteros besos. Sus manos se apoyaron en mis muslos y se arrastraron hacia arriba hasta encontrarse con el cinturón.
Mordí mi labio inferior ahogando un gemido al sentir que sus besos bajaban hasta mi bajo vientre, quitaban el botón de mi jeans y bajaban el cierre tan pasivamente que yo moría. Sin alejar sus labios de mi nerviosa piel, tomó el inicio de mi pantalón ajustado y jaló de él hacia abajo hasta lograr quitarlo.

-John  ¿Qué…  que, que es lo que…  piensas hacer?  -¿Desde cuándo era tartamuda? Oh si, ahora que recuerdo;  desde que llegué aquella noche sin aviso.

-Shh -Lo escuché susurrar.

Sus labios se arrastraron hacia arriba pasando por entre mis pechos, llegando a mi cuello para atacarlo con sensualidad. Volvió a tomar mis muñecas y finalmente devoró mis labios con locura y desesperación. Su lengua buscaba deseosa a la mía, recorriendo con frenesí toda mi cavidad bucal.

Ya era mucho, necesitaba jugar con él un poco, hacerlo disfrutar. Con fuerzas inexplicables me deshice de su peso y me senté en su cadera. Me miró serio y luego sonrió victorioso al verme agitada, había hecho tan poco y a la vez había logrado tanto en mí.
Sin pensarlo dos veces llevé mis manos hasta el broche de su cinturón y lo quité más que rápido y en orden, su pantalón desapareció.
El calor me sofocaba y aún traía puesta la delgada camisa, por lo que la tiré en el suelo y me acomodé en su cadera para mirarlo a los ojos desde mi posición.
Nos habíamos besado poco, pero aún así sus labios estaban rojos e hinchados, sabía que en cualquier momento no resistiría al verlo tan tranquilo y me lanzaría sobre él, pero no… él quería jugar, juguemos.
Tomé mi cabellera y la dejé caer por un solo lado, enseguida clavé mis ojos en los de él y mis manos se guiaron hasta mi espalda para jugar con el broche de mi bracier y lograr retirarlo con lentitud de la escena.

Winston me miraba serio y quizás un poco sorprendido, al parecer nunca había dejado escapar a esa parte de mí ser. Terminó por morder su labio inferior y analizar mi torso desnudo.

Posé ambas manos a sus costados y dejé que mis rodillas hicieran lo mismo en el acolchado para poder gatear hasta él y enfrentarlo directamente.

Rocé mis labios con los de él y sonreí victoriosa al sentir como entreabría los labios, seguramente esperando un beso que por ser cruel no le daría.
Finalmente terminé por recostarme sobre él sintiendo por fin su pecho desnudo y ardiente sobre el mío. Me acomodé entre sus piernas y con lentitud comencé a proporcionar lentos movimientos sobre él.

Apretó los ojos y tomó de mi cintura para presionarme aún más contra su cuerpo y manejar mis movimientos. Solo gemí despacio sobre sus labios y aumenté la velocidad.
Gimió sobre mis labios y sentí como sus manos comenzaban a bajar la única prenda que vestía. Tomé su rostro entre mis manos y junté nuestros labios que creaban un reencuentro totalmente placentero.
Volvimos a voltearnos y yo aproveché de quitar su prenda interior.

- ¿Ya te dije que te amo?  -Pronunció totalmente agitado sobre mis labios.

-Quizás…  de todas formas…  yo te amo más  -Respondí Acariciando su espalda triangular.

Capturé su labio inferior y lo mordí con deseo y lujuria,  ese dulce sabor cada vez me embriagaba más y cada vez se volvía más adictivo.
Separó mis piernas y se acomodó entre ellas.

-Te amo -Susurró sobre mis labios con debilidad.

Sonreí y enseguida enredé mis dedos en su húmedo cabello al sentir como entraba en mí. Gemí de placer, ya no existía ese dolor como lo fue la primera vez, ahora lo disfrutaba y lo sentía por su totalidad.

Su cuerpo se movía con mayor velocidad cada vez más y yo creía enloquecer. Ambos gemíamos sin importarnos nada y yo tratando de liberar un poco la enorme sensación de placer y excitación que sentía arañaba su espalda, mordía sus hombros y volvía a capturar sus labios.

Sus movimientos dentro de mí pronto se fueron volviendo más marcados y prontamente, largando un largo gemido sobre mis labios cayó rendido en mi pecho desnudo.
Sentía como el aire volvía de a poco a mis pulmones y veía como nuestros cuerpos brillaban por la delgada capa de sudor producida por la situación.

Se recostó a mi lado y me miró con detención, acaricio mi mejilla, mi cuello y mis hombros.

-Eres hermosa  -Susurró con su voz aún agitada.
Me ruboricé y sonreí ocultando mi rostro en su pecho, así pude escuchar su corazón palpitar con rapidez.

- ¡Nayeli! Querida  -Escuchamos desde el otro lado de la habitación, acompañado de unos cuantos suaves golpes en la madera. Su voz se me hacía bastante familiar… diría que demasiado.


Abrí grandes ojos y Winston también. Estábamos atrapados.