jueves, 4 de octubre de 2012

Capitulo 17.

When I look into your eyes ; You love is there for me.




La puerta se cerró y mi espalda se apegó a esta al igual que las manos de John a cada lado de mi rostro.

-No debo ser débil  -Suspiré en un susurro cerrando mis ojos.
-No se trata de debilidad, si no de lo que sentimos -susurró sobre mis labios.

Nos quedamos en un silencio apacible, lo único que podía escuchar con claridad eran nuestras respiraciones y si no me equivocaba mi corazón latir a velocidad súper sónica.

En un momento, su frente se apegó a la mía y abrí un solo segundo mis ojos para verlo; sus ojos estaban cerrados, sus labios un tanto separados y respiraba con tranquilidad.

Volví a cerrar mis ojos y guié mis manos hasta donde John las había apoyado, tomé a ambas y las deslicé por la madera lentamente hasta que chocaron con mis hombros, seguí deslizándolas hasta que las presioné contra mis pechos.

-Entonces, no me hagas esperar  -Suspiré.

Sentí una vez más como acercaba sus labios a los míos y los capturaba de esa manera tan especial, lenta y dulce.

-Te amo –Sollozó… ¿Sollozó?

Lo alejé de mí para ver que sucedía. Sus perfectos ojos marrones estaban cubiertos por lágrimas y pronto una escapó.

-Winston¿Qué sucede? -Dije un tanto preocupada y sequé la lágrima con mi pulgar.
-Temo que quieras alejarte de mí por esta situación, temo que te marches como lo hiciste hace tiempo atrás, te amaba, desde que tengo memoria -Tomó mi rostro entre sus manos y me llevó al beso más apasionado, el más intenso, el beso que nunca podría dar a nadie más, era solo de él.

Me abrazó con fuerzas mientras nuestros labios se acoplaban más y más. Me alejó una vez más y me miró sin quitar sus manos de mi rostro.
-Prométeme que no te marcharás nunca más, asegúrame de que nunca te perderé, prométeme que desde ahora estaremos juntos por siempre -Me miró desesperado esperando mi respuesta.

Me quedé en silencio había olvidado por completo que tarde o temprano llegaría mamá por mí.

-Te lo prometo -Dije firme y sin desviar la mirada. Estaba segura de lo que decía al menos eso suponía.

Volvimos a besarnos con desesperación en busca de entregar todo lo que sentíamos.
Sus manos enseguida se colaron por debajo de mi polera, acariciando mi piel que se estremeció en el momento que sintió sus calientes manos.

-Te amo -Dije en medio del beso sin final.

Me arrastró hasta su acolchado y dejó que me acomodara sobre este para luego acomodarse él sobre mí.

Mis manos estaban deseosas de sentir su piel, de simplemente tocarlo.

Sentía como la presión que hacía en mis labios aumentaba más. Mordía y a la vez succionaba deseoso mi superior para dejar que yo disfrutara de su inferior.

Mis muslos estaban completamente relajados gracias a la serie de cálidos masajes de me proporcionaban las manos de Winston.

Como eran las ganas de sentir la piel de John ardiendo sobre la mía, lo quería ya, ahora, por la misma razón busqué el borde de esa polera ajustada color azul, tomé de este y con suma delicadeza comencé a tirar de ella.

Al estar fuera mis extremidades, con un poco de dificultad gracias a lo acoplado de nuestros cuerpos, dieron un tour por ese perfecto torso a mi merced, hasta su piel era un lujo. Esos rojos e hinchados labios se desviaron por mi mentón obligándome a estirar mi rostro hacia atrás y pronto llegaron a mi cuello, rozando su lengua por este sin disimulo, sus dientes se hincaban, sus manos se arrastraban cada vez más arriba junto a la polera y yo solo era capaz de caerme vencida antes sus caricias y actuares soltando leves gemidos que lo incitaban a seguir con un juego lleno de amor y sentimiento.

Sus grandes manos se apropiaron de mis pechos, acariciándolos sobre la tela con delicadeza.
No se como ni cuando, pero pude divisar mi polera arrugada en el suelo, seguramente haciéndole compañía a la de Winston.

Mientras lentamente recorría mi pecho y bajaba de a poco, sus manos se deslizaron hasta mi bajo vientre y en pocos segundos se encontraron con el broche de mi pantalón.

Nuestra ropa iba quedando de a poco tirada en el suelo y así fue como quedamos solo en ropa interior.

Tomó de mis muslos y obligó a mis piernas hacer una fuerte llave en su cadera, por lo mismo tuve que ahogar un gemido desesperado al sentir que la presión que ejercía entre mis piernas se volvía exagerada.

La situación delicada, apacible se iba tornando violenta, pero delicada, desesperada y ya no hallábamos el momento para sentir que nos pertenecíamos el uno al otro, nuestras manos estaban vueltas locas por querer tocarnos sin control.

Su lengua se movía de lado a lado dentro de mi cavidad bucal al igual que su rostro. Creo que tendré que ir buscando una explicación a como nuestros músculos faciales lograban expandirse tanto.

Mis dedos estaban enredados en el húmedo cabello de John,  mordía mi labio inferior de costado para evitar soltar el placer que sentía con fuertes gemidos al sentir como sus manos masajeaban mis pechos con locura y sus labios ya se encontraban en la loma de estos oh y como olvidar que sus movimientos sobre mi anatomía se iban volviendo más frecuentes y profundos.
Lo empujé para que esta vez yo pudiera hacerlo disfrutar de algo, ya que él había hecho bastante conmigo.

Mis besos pacíficos bajaron desde sus labios, por su cuello, clavícula, su perfecto pecho... hasta su bajo vientre ahí comencé con una serie de besos por esa zona, rozando mi lengua por su piel sin piedad hasta que logré sentir como su cuerpo se estremecía y sus manos buscaban impacientes el broche de mi bracier. Ahora que lo recordaba, veces anteriores había temido que esa prenda saliera de su lugar, pero ahora no ansiaba más sentirlo.

Volví a atacar sus labios que llamaban cada vez más mi atención por el profundo rojo que los pintaba, sus manos acariciaban mis hombros tratando de acoplarme más su cuerpo y yo acariciaba sus mejillas, sus brazos y de vez en cuando, siendo algo brusca, pero con disimulo, ejercía presión entre sus piernas logrando hacer que soltara un suave gemido sobre mis labios.

Volvimos a quedar en la posición inicial, mi frágil cuerpo atrapado entre el acolchado y su anatomía.

Mi bracier ya estaba lejos, John se alejó de mis labios para mirarme y llevar mis brazos a cada lado de mi rostro. Tenía que mantenerme relajada, aunque su mirada en mi cuerpo me ponía nerviosa y hacía que toda la sangre fluyera hasta mis mejillas.

Cerró sus ojos y acercó sus cansados labios a mis pechos para besarnos con dulzura y cariño a la vez sus manos tomaron cada inicio de la única prenda que cubría mi cuerpo y comenzaron a deslizarla hacia abajo.
Mis manos que se encontraban en su cuello se deslizaron por su espalda hasta encontrar el elástico de su bóxer y al igual que él lo deslicé.

Desnudos, por primera vez en mi vida estaba completamente desnuda frente a un chico, primera vez que experimentaba algo parecido y todo esto con mi propio primo.

-No tienes que hacerlo  -Dijo Winston agitado sobre mis labios.
-Quiero ser tuya  -Sonreí jadeante y besé su frente- es de lo único que estoy segura Winston.

Sonrió y besó mi frente para luego bajar hasta mis brazos.

-John… -Susurré tímida.
-¿Si? -Me miró con ternura.
-Esta es… yo,  mi… esta es, mi… -Vamos, no puede ser tan difícil decirlo.
-También es mi prima vez -Vi como un fuerte color rojo cubrió sus mejillas
-Pensé que tu y… -Guardé silencio algo incómoda.

Solo negó con la cabeza y sonrió para luego atacar mis labios de una manera sensual y placentera.
Nuevamente la situación empezaba a tomar velocidad, sentí como separó mis piernas cuidadosamente para el acomodarse a gusto entre ellas. Mis manos temblorosas se aferraron a su espalda y me miró para dedicarme una sonrisa de confianza.
Sentí como de a poco comenzaba a entrar en mí tomándome de la cintura para manejar cada uno de sus delicados movimientos. Yo por mi parte apreté mis ojos con fuerza y dejé escapar un gemido de dolo, tomé de su cabello y tratando de dejar escapar lo que sentía tiré de él. Mis piernas estaban dormidas, ya no las sentía y nuestros gemidos se iban haciendo cada vez más frecuentes, lo malo de todo esto que teníamos que ser silenciosos.

-¿Estás bien?  -Preguntó con un hilo de voz sobre mis labios.

Yo solo asentí con mi cabeza y enterré mis uñas al sentir como sus movimientos dentro de mí se iban haciendo más prolongados.

Luego de minutos que no sentía mis piernas, el dolor se esfumó y el placer que sentía se iba a apoderando fuertemente de mi cuerpo.

Gemíamos en silencio sobre nuestros labios, Winston acariciaba mi cuerpo por completo y de vez en cuando bajaba hasta mis pechos para besarles con ternura.

Pronto nuestros cuerpos quedaron agotados uno sobre el otro.
Winston respiraba jadeante sin dejar de mirarme y yo solo sonreí para luego acariciar la húmeda piel de su mejilla y depositar un corto beso en sus labios.




[...]