Corrí a toda velocidad hasta el baño de la
habitación de mi madre, que en ese minuto era el más cercano. Hace un par de
días que había estado con vómitos y mareos constantes, lo que claramente no era
normal. No solía enfermarme del estómago, algo así como estomago de pajarito, diría mi abuela, porque puedo comer de todo y nada le hacía mal a mi
organismo. Bueno, siempre hay algún caso especial.
-Hija, debería llevarte a la clínica
-sugirió mi mamá
-No, tranquila, ya va a pasar
-suspiré y comencé a enjuagarme la boca con agua.- No sé qué comí para que ahora esté así.
-Menos lo sé yo -me abrazó.
Comenzó a acariciar mi espalda para
tranquilizarme. Hace dos semanas yo ya estaba algo más tranquila con lo de
haber dejado atrás a John. Lloré prácticamente un mes, supuestamente porque no
me adaptaba, pero mamá estaba algo angustiada por mi extraña reacción ante el
distanciamiento con mis primos.
De pronto volví a sentir nauseas y
nuevamente estaba frente al inodoro con la cabeza prácticamente dentro de él.
Así fue como de comencé a recordar y sacar
algunas conclusiones, las que no tardó en sacar mi progenitora. Me llevó con
cuidado y me ayudó a recostarme sobre su amplia cama.
-Nayeli, respóndeme esto
-suspiró y tomó mi mano.-
¿Te ha llegado tu periodo?
-No… -respondí algo asustada.
-¿Ha… hace cuánto?
-Debería haberme llegado hace un mes más o menos.
- ¿no… no ha… ha llegado? -negué con la
cabeza.
Lo tenía. Nauseas, mareos, la ausencia de
mi periodo menstrual. Winston más yo el día antes de mi partida da como
resultado… Sí, un bebé. Las lágrimas no tardaron en comenzar a rodar por mis
mejillas ¿qué haría ahora?
-Nayeli ¿con quién? -preguntó realmente asustada, supongo que tenía sus sospechas...
El silencio se hizo presente en cuanto me
colgué de su cuello mientras las lagrimas no pretendían detenerse ni las mías
ni las de ellas. ¿Sería madre soltera? ¿John querría reconocerlo? ¿Volvería a
ver a Winston?
-Wins-ton -articulé.
-¿Q, qué? -pronunció con un hilo de voz.
-Tengo que hacerme un examen, quizá solo sea coincidencia
-Nayeli, estas embarazada, es lo más seguro -dijo mirándome fijamente a los ojos.- Haremos exámenes, compraré un test de embarazo, pero también
haremos exámenes de sangre mañana mismo -suspiró y me abrazó.- Volveremos a con Winston si los exámenes salen positivos.
-No… él no… No querrá saber de mí, lo
dejé y…
-Quizá tengan un hijo. Tendrá que asumir la responsabilidad.
No dormí en toda la noche, tenía la imagen
de Winston fija en mi mente, de distintas formas, distintas reacciones. Ese era
mi gran temor, porque algo me decía que sí esperaba un hijo de él, que había
algo con vida dentro de mí que llevaba su sangre, pero no sabía si el querría
tenerlo, si lo aceptaría o lo negaría rotundamente culpándome a mí por no
haberme cuidado o porque quizás no pertenecía a él. Sí existía esa pequeña
criatura dentro de mí, era de él y de nadie más. Con él fue mi primera vez y no
fui de nadie más, solo de él.
Mi madre entró rápidamente a mi cuarto, me
sobresalté un poco al verla, pero nada pasó más que un pequeño susto.
- ¿No has orinado verdad?
-negué con la cabeza.-
Ok, ten esto. Lee las instrucciones, no recuerdo cómo usarlos.
Me metí al baño y comencé a leer las instrucciones de la caja unas tres veces hasta memorizarlas. Dentro de la cajita venía una tirita de papel un recipiente y el aparato extraño, pero entendible a la vez. Oriné por primera vez en un pequeño recipiente y fue algo
extraño e incomodo, pero estaba ansiosa por saber mi estado. Metí la mitad de la tirita dentro del recipiente y luego inserté está en una ranura del aparato. Lo dejé ahí algo así como diez minutos mientras esperaba sentada sobre el retrete. Tomé algo nerviosa el aparato y observé el resultado.
Positivo. Mi corazón se detuvo por un momento, pero luego volvió a latir con todas sus fuerzas. Salí del baño llorando a mares, pero con una sonrisa en mi rostro. Mamá me abrazó con todas sus fuerzas, como queriendo protegerme.
-Ahora debemos ir a la clínica, sabes que estos no son demasiado exactos -asentí con mi cabeza.
Me metí a la ducha y no salí hasta sentirme lo suficientemente limpia. Me vestí con unos jeans algo gruesos, botas vaqueras sin demasiado taco, una polera de mangas cortas y un polerón blanco de cierre y capucha. Bajé con cuidado las escaleras para subir al auto de mamá, que me esperaba montada en él.
El silencio era escalofriante y nervioso. Entramos prácticamente a zancadas a la clínica y subimos por el ascensor. Me senté en una de las tantas sillas que habían mamá se acerco donde la secretaría. Unos minutos después mamá me acompañaba a entrar a la gran sala con mesas y diversas jeringas y agujas. No fue demasiado doloroso, no más que el hecho de que Winston no quisiera hacerse cargo de su hijo.
- ¿Para cuándo estarán los exámenes? -pregunto ansiosa mi mamá.
-Pasado mañana puede pasar por ellos.
-Gracias -respondió seca y salimos de aquel blanco lugar.
Mamá había sacado los pasajes. Sí o sí iríamos donde nuestra única familia. Antes de irnos al aeropuerto pasamos por los exámenes, lo cuales no abrí hasta que me encontré cómoda en el asiento del avión.
-Ma… -dije.
- ¡Ábrelo ya! -respondió ansiosa.
Algo temblorosa comencé a romper el sobre celeste con mi nombre. Leía sin entender demasiado el significado, pero había algo que cualquiera podría entender. Miré a mi mamá directo a sus hermosos ojos.
-Serás abuela -le conté emocionada.