Presionó sus fríos labios en la húmeda piel de mi cuello, los entreabrió un poco en hincó sus dientes con delicadeza para luego rozar su lengua y finalmente alejarse.
—Tengo que salir de aquí… —Murmuró dejándose caer a un lado del colchón y se sentó en este.
— ¡¿Qué?! —Exclamé atónita sentándome a su lado cubriendo mi torso descubierto con las sábanas— No te puedes ir… ¡No puedes dejarme sola! —Exclamé.
—No te dejaré sola (TN)—Susurró sin mirarme y tomando sus prendas de vestir.
— ¿Qué diablos haces? ¿A dónde piensas ir? —Tomé de su brazo.
—Escucha —Se volteó para mirarme y clavó sus ojos hazel en los míos— tengo que salir, solo… necesito un poco de aire —Cerró los ojos con fuerza y su cuerpo tembló.
— ¿Estás bien? —Tomé su rostro entre mis manos— estás temblando y aún sigues muy frío.
—Tienes razón, quizás la circulación de mi sangre es mala —Se soltó de mis manos y siguió vistiendo su anatomía.
No me dejó más que decir. Lo quedé mirando confundida, la verdad es que las cosas con James se habían vuelto un tanto extrañas desde que había asistido a la junta de John.
Salió de la carpa y me cubrí hasta la cabeza con sábanas. El ruido proveniente desde el exterior, animales nocturnos, ramas chocando con otras, el frío viento soplando con intensidad no eran señales de un buen sueño.
Desperté al sentir la helada piel de sus labios sobre mi mejilla. Mis parpados apenas se abrían, pero aún así hice el intento por despertarme del todo bien y dedicarle la mejor sonrisa de dormida que pudiera expresar.
—Buenos días —Susurré con la voz adormilada.
— ¿Cómo amaneciste? —Preguntó con ternura acariciando mi cabello.
—Bien… —Susurré— Paul… ¿Me podrías decir a donde fuiste anoche? —Me levanté un poco para poder apreciarlo de un mejor ángulo.
—A ni una parte, yo… solo estaba un tanto mareado, necesitaba algo de aire —Se explicó regalándome una amplia sonrisa. Arqueé una ceja un tanto insegura, la verdad era que no confiaba del todo en sus suaves palabras. — ¿Qué? —Sonrió— ¿No vas a creerme?
— ¿Necesitabas aire cuando en realidad parecías estar temblando de frío? —Susurré.
—Te dije que estaba un poco mareado —Sus expresiones tiernas y relajadas se tornaron molestas.
—Está bien —Suspiré y dejé caer mi cuerpo en el acolchado.
—Es mejor que volvamos. Posiblemente de día revisen el bosque… —Se levantó de nuestra cama y salió de la carpa.
Ok, si estaba sucediendo algo y lo peor de todo era que ocurría frente a mis ojos y yo no me daba cuenta. Me vestí y salí de la carpa para ayudar a James a desarmar nuestro pequeño campamento. Gracias al cielo llegamos al edificio sin ni un problema, Paul me dejó en mi habitación y se despidió con un caluroso beso antes de marcharse.
A pesar de haber dormido toda la noche plácidamente, los ojos me pesaban y mis piernas parecían temblar. Estando a punto de correr a la cama y quedarme tranquila esterada sobre ella, la puerta sonó con desespero. Suspiré y me encaminé hasta el rectángulo de madera sin ánimos. Ahí estaba Eloísa.
—Hola… —Sonrió y se escabulló dentro de mi cuarto antes de que la invitara a pasar.
—Planeaba descansar —Articulé con desagrado, la verdad que sus ánimos prendidos todo el tiempo el 100% me desesperaban.
—Lo lamento, pero… Necesito saber algo —Me indicó con su índice y sonrió traviesa.
— ¿Qué quieres saber? —Suspiré y apoyé mi espalda en la puerta.
—Anoche… ¿Dónde estuviste? Vine a visitarte de sorpresa y al darme cuenta de que no estabas tuve que cubrirte toda la noche —Se cruzó de brazos y sonrió. ¿Qué se suponía que debía decirle? En un principio estaba decidida por contarle todo, pues era mi mejor amiga, pero por otro lado… todo lo que le decían salía de su boca y esto era un tema delicado.
—Yo… solo… salí —Murmuré mirando hacia un lado.
—No me vengas a mentir a mí, ya dime, estuviste con James ¿No es así? —Que directa era.
Lo analicé por… tres segundo, creo.
—Si —Murmuré— Pero solo… salimos a contar las estrellas ¿No es romántico? —Comenté con rapidez antes de que me lanzara un comentario sobre lo que ella pensaba.
— ¿Solo eso? —Arqueó una ceja y noté el grado de decepción.
— ¿Qué diablos esperabas? —Reí— Solamente tenemos 19 años… —Sonreí de lo más natural.
— A-BU-RRI-DO —Sonrió y se puso de pie.Mi boca atravesó el suelo… ¿Acaso esperaba algo más? Ok. Paso por mi lado y al abrir la puerta nos encontramos con la asesora de cuartos y su puño cerrado en alto, seguramente apunto de golpear la madera.
—Es mejor que bajen a la sala. Ahora —Habló con voz lúgubre.
— ¿Sucede algo? —Pregunté con un frío presentimiento en el corazón. Asintió y luego se desapareció por el pasillo. Antes de partir tras ella, miré a Eloísa, cual rostro enseguida se tornó pálido.