Al abrir mis ojos
me encontraba en una habitación blanca con pequeños detalles en tonos azulados.
Estaba agotada y no era para menos luego de haber dado a luz a Aaron. Me
acomodé un poco en la cama y miré hacia la ventana, realmente era un día hermoso.
Junto a la ventana se encontraba un sofá, en el cual se encontraba un chico de
perfectos ondulados. Sí, era Winston y dormía profundamente, no se veía del
todo cómodo, pero sí estaba descansando.
Mientras observaba al amor de mi vida la puerta se abrió. En los brazos de una señora algo bajita y rellenita venía mi pequeño príncipe.
Mientras observaba al amor de mi vida la puerta se abrió. En los brazos de una señora algo bajita y rellenita venía mi pequeño príncipe.
—Tiene hambre— comentó mientras
la dejaba en la cuna que se encontraba junto a la cama— acomódate—dijo con una sonrisa.
Estaba algo
nerviosa, sé que es normal el alimentar así a los bebés, pero no soy del todo
experta y tampoco me agradaba demasiado la idea de que una señora cualquiera,
por más amorosa y simpática que pareciera viera como alimentaba al pequeño.
—Sé que es algo incomodo, pero tienes que aprender, a
veces va a tener hambre que cualquier parte, hasta en el centro comercial y no
vas a tener opción.
—no… no es eso—¿Qué, era una bruja?
Me acomodé mientras ella con un botón acomodaba la altura del colchón en la parte superior.
Me acomodé mientras ella con un botón acomodaba la altura del colchón en la parte superior.
-¿Estás lista?— afirme
con la cabeza y con cuidado puso entre mis brazos a Aaron—bueno,
ya esta… lo más probable
es que se duerma en un rato.
—Sí, no se preocupe —sonreí algo
sonrojada, no era para nada cómodo estar con mis pechos a la vista de
cualquiera.
La señora salió y
cerró la puerta, algo fuerte quizá porque Aaron dio un pequeño saltito y Winston
despertó.
—¿Quién está por aquí?—se acercó
acomodando su cabello y luego besó mi mejilla—¿Hace cuánto la trajeron?
—Recién, tenía hambre— acaricié la
mejilla de mi pequeño hijo.
—Creo que yo también —suspiró—Iré al casino a ver que hay para comer, sino iré a
casa y vuelvo rápido.
—Ve tranquilo, estaremos bien.
—¿Necesitas que traiga algo?
—No, nada —sonreí— cuídate ¿sí?
—tú igual —Besó mi frente— Te amo
—También yo.
Cuando John salió
comencé a analizar en la situación que estaba. Estaba por cumplir los 17 años y
tenía un hijo. Realmente mis planes de estudio habían desaparecido, pero no me
sentí triste. Ahora debía encargarme de que mi pequeño fuera feliz y creciera
sanamente.
Cuando salí de mis pensamientos noté que mi pequeño se había dormido. Abroché con cuidado la parte superior de mi pijama.
Realmente era extraño pensar que había tenido en mi vientre durante nueve meses a esa pequeña criatura, que realmente era mi hijo, que era el fruto del amor con John.
Cuando salí de mis pensamientos noté que mi pequeño se había dormido. Abroché con cuidado la parte superior de mi pijama.
Realmente era extraño pensar que había tenido en mi vientre durante nueve meses a esa pequeña criatura, que realmente era mi hijo, que era el fruto del amor con John.
—¿Hija?—al oír la voz de mi
madre levanté rápidamente la vista.
—Mamá…—sonreí y ella se
acercó cerrando la puerta con cuidado.
—¿Cómo están los dos?
—bien, Aaron se durmió hace muy poco ¿cómo estás tú?
—Más que feliz, estuve observando a Aaron en la sala
donde están todos los bebés. Es igualito a ti cuando naciste.
—¿Enserio?
—Sí —sonrió— ¿Y John?
—Salió a comer hace un rato.
—Me parece ¿A ti ya te dieron de comer?
En ese momento
llegó la misma enfermera que me había llevado a Aaron con una bandeja.
—Te tienes que alimentar— dijo
mamá apartándose del camino— dame a Aaron un momento.
—Sí, tenlo— Mamá la tomó en sus
brazos y sus ojos se cristalizaron de inmediato. ¿Qué le sucedía? Debería estar
feliz.
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