La chica entreabrió
sus labios y comenzó a sacudir suavemente la cabeza para luego salir corriendo.
John me miró algo
desesperado y salió corriendo atrás de ella. Me senté en la orilla del
acolchado. Algo confundida suspiré y me levanté para bajar donde se suponía
estarían todos. Cuando bajé las interminables escaleras noté que la puerta
principal estaba abierta y decidí seguir mi camino por ahí.
Di unos pasos para
poder apreciar la escena más cerca. Winston sujetaba a Anna por los hombros y la
miraba directo a los ojos y movía rápidamente la boca. La chica notó mi
presencia y volteó su rostro hacia mí para luego volver su mirada a John, al
cual abrazó fuertemente para luego desaparecer del lugar. John caminó
rápidamente hacía mí y me abrazó fuertemente.
—Nos están esperando —susurró sobre mis
labios sin dejar de mirarnos.
Posó sus dulces
labios sobre los míos haciendo una leve presión, sonrió y entrelazó sus dedos
con los míos para luego dirigirnos hacia el patio. Me detuve en seco antes de
que pudieran vernos a través de los cristales. John me miró algo confundido.
—¿Te sientes bien?
—sí, pero…—miré nuestras manos
un par de segundos.
—Tarde o temprano tendrán que enterarse, más si
estas embarazada —acarició mi mejilla.
—Acabo de llegar y ya no querrán verme nunca más —suspiré
—Al menos me iré junto a ti —besó mi
frente y caminó hacia el gran ventanal sosteniendo aún mi mano.
Sentí todas las
miradas sobre nosotros. La expresión de Leah era claramente de confusión y las de Paul y George
de sorpresa. Mi mamá mordía su labio inferior, nerviosa, mientras observaba el
rostro de mi tío…
—Trae un vaso con agua, por favor —oí la voz de mi madre.
—Trae un vaso con agua, por favor —oí la voz de mi madre.
—No entiendo como no me di cuenta, no lo entiendo…
—Mamá, es que… la idea era que no
lo notaran… no salió del todo
bien.
— ¿Cuándo pensabas decirnos?— dijo Leah
en un tono notablemente afligido.
—Iba a decírselos ahora, lo del embarazo…
Poco a poco fui
abriendo los ojos y la luz de la habitación me molestaba, miré hacia donde
supuse que estaría John y Leah. Se encontraban abrazados.
—Hija, al fin —mi mamá puso sus
manos en mis mejillas— me asuste tanto, el médico está por llegar.
— ¿Ah?—genial, no sabía
que sucedía.
—Te desmayaste, princesa —Sentí
la cálida mano de mi amado sobre mi hombro.
—Má… necesito —la habitación daba algunas vueltas a mí alrededor.
—John, tómala y llévala al baño.
En un par de
segundos estaba con mi mamá encerrada en el baño, eliminando lo poco que tenía
en el estómago.
—John ya les dijo —soltó mientras me
acariciaba mi espalda
— ¿Cómo se lo tomaron?
—Realmente están sorprendidos, sobre todo Leah, pero
se lo tomaron bastante bien, saben que ustedes se quieren.
—Que bueno, ya veía que no me dejaban estar cerca de
John o algo así.
—John jamás te dejaría sola, deberías saberlo —sonreí
automáticamente.
Era cierto, John
jamás me dejaría sola, menos en una situación así, no sé como llegue a pensar
que sí lo haría, que no creería que estaba esperando un hijo o que ese hijo no
era de él. John me quería, me lo había dicho muchas veces y debía tenerlo claro.
Golpearon la puerta mientras me lavaba el rostro. Era él, mi príncipe azul.
-¿Cómo estás?—preguntó
mientras mi progenitora abandonaba el lugar.
—Mejor, supongo—
besó mi frente— ¿por qué llamaron a un médico?
—No sabían de tu
estado cuando lo hicieron—se encogió de hombros.
—Pensé que reaccionarían mal —suspiré.
—Paul es el más feliz con la idea de tener un
sobrino —sonrió
—también será…
—Su primo en
segundo grado…—farfulló
—John…
—No, Nayeli… no
seremos primos ahora, no nosotros dos, no existirá relación familiar alguna
para nosotros ¿sí?
—Está bien, pero Paul…
—Paul da igual,
seguirá siendo feliz mientras tenga a quien sacar a pasear o hacer cosquillas —sonreí
al imaginar a Paul jugando con un pequeño de perfectas facciones.
—Te amo —Me
estrechó entre sus fuertes brazos y besó mi frente. Era increíble la seguridad que sentía estando entre sus
brazos o son el simple hecho de que estuviera presente en el mismo lugar que
yo. Él me da la seguridad que no tengo, la protección que siempre había
necesitado sentir. —Nayeli, te quedarás
aquí ¿verdad? -¿Qué le diría? Mamá no querría dejarme sola en este estado y la
verdad es que no estaba dispuesta a separarme de John nuevamente, ni por un
minuto.
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