domingo, 2 de diciembre de 2012

Capitulo 29.


No Le sonreí y llevé mi mano hasta su suave mejilla para acariciarla con dulzura— Y no creo que quieras escuchar la palabra Lo prometo” —Dije incómoda.

Solo negó con la cabeza y besó mis labios pausadamente.
Los meses comenzaban a pasar con bastante rapidez, cosa que sin darme cuenta mi vientre ya estaba lo suficientemente crecido.

Hola allí dentro Susurró sobre la piel de mi vientre. John.
Solo sonreí al ver lo ansioso que se mostraba.

Soy papá. Imagino que debes reconocer mi voz Lo vi sonreír y acarició mi piel.

Nunca creí que fuera él quien sería el padre de mis hijos y ahora que lo increíble era creíble… no podía imaginar a otra persona que él haciéndose cargo.

Agité mi cabeza para volver desde la tierra de los pensamientos a mi vida y me encontré con John haciendo gestos raros y ruiditos que acompañaban a las muecas.

Winston Reí— No lo escucharás reír si eso es lo que esperas Tapé mi vientre y palpé el colchón para que se recostara a mi lado.

Lo sé, pero me gusta creer que si Sonrió y corrió un mechón de pelo por detrás de mi oreja.

Me apoyé en su pecho e inhalé el fresco perfume que llevaba esparcido por toda su piel.
Pretendía quedarme ahí, estática, cómoda y refugiada en sus brazos todo el día, con tan solo estar alejados dos segundos, parecían ser una eternidad.
De un segundo a otro un fuerte agudo dolor penetro por todo mi cuerpo.

John —Gemí apretando mis ojos y volteándome para quedar de frente al techo.

Nayeli, ¿Qué sucede? Sonó calmado, pero aún así noté la preocupación en su voz.

Winston —Y mi voz volvió a ahogarse en un gemido, esta vez el dolor comenzaba a aumentar.

Tomé de su mano y la estrujé en la mía, no podía hablar y tenía que hacer algún tipo de seña a lo que me estaba sucediendo.
El inhalar y exhalar se volvía complicado y comenzaba ahogarme en mis gemidos.

¡Mamá! Gritó sin soltar de mi mano.
Entreabrí mis ojos y me encontré con su rostro lleno de preocupación.

Tranquila, ya pasará respira profundo —Habló acelerado, acarició mi mejilla y besó mi frente— ¡MAMÁ! ¡ALGUIEN POR FAVOR! ¡ES NAYELI!

Viendo que nadie llegaba al rescate, Winston comenzó a entrar en pánico ¿Qué debe hacer un hombre cuando al parecer está solo y tiene a su novia con contracciones?

Linda, no te preocupes —Articuló notoriamente nervioso y complicado con mi situación.

John —Susurré agitada y sentí una lágrima caer por mi mejilla— es el… es… el… John… es… —Balbuceé sin sentido, no podía pensar más en el dolor que en estos momentos estaba sintiendo.

¡El bebe! Exclamó desesperado.
Afligido y con torpeza me tomó entre sus brazos con dificultad y comenzó a caminar apresurado.

¿Qué? ¿Qué diablos pasa? Escuché la calma voz de Paul… ¡Al fin algo de ayuda!

¡SOLO VE A PREPARAR EL AUTO! ¡DEBES LLEVAR A NAYELI EN ESTE MISMO INSTANTE A UNA CLINICA! ¡¿Qué NO VES?! Exclamó desesperado.

¡¿El bebe?! Exclamó mi primo sin reaccionar aún.
Estábamos parados en medio del pasillo del segundo piso tratando de explicarle a Paul que era lo que sucedía.

¡MALDITA SEA! ¡VE A PRENDER ESE AUTO! Exclamé sacando la voz de una vez por todas ¡Hombres!
Escuché una carcajada de Winston, de seguro no esperaba que una mujer a punto de tener un bebe fuese ruda.
-Amor, tranquila, respira inhala, exhala —Me sentó en el asiento trasero del auto.

¡DIOS! Bramé retorciéndome de dolor y a la vez haciendo añicos la mano de mi novio.

¡Paul! ¡APRESURATE! Exclamó Winston.

Con lo poco que podía mantener abiertos mis ojos, noté como Paul sudaba frente al volante, estaba nervioso y aún más cuando Winston lo presionaba y yo gritaba de dolor.
Gracias al cielo, pronto me vi agitada inhalando y exhalando en una silla de ruedas por los pasillos lujosos del hospital
¿Lujosos? Si, exacto.

Tenemos que atenderla en este mismo instante Oí decir a una enfermera a Winston mientras a mi me recostaban sobre una camilla ¿Quiere participar del parto? Digo, para pasarle la ropa necesaria.

¿Había escuchado bien? Ok, sabía qué diría que no.

De un momento a otro todos los sonidos, voces presentes en la habitación se disiparon ¿Qué estaba ocurriendo? Con suerte veía manchas borrosas y el dolor parecía estar disminuyendo solo un poco.

¡Vamos tu puedes! Y ahí estaban nuevamente los sonidos girando con intensidad a mí alrededor.

Me sentía completamente sudada y aun así no podía dejar de ejercer tal fuerza estaba dando a luz.

Necesitaba más fuerza y no era exactamente la física necesitaba todo el apoyo, el cariño de mi novio… y al parecer había optado por quedarse afuera de la sala esperando a que nuestro hijo naciera.
 ¡Vamos linda! ¡Se que tu puedes! ¡Aquí estoy preciosa! Sentí esa melodiosa y tranquila voz a mi lado y apenas abrí mis ojos, sentí su mano ser estrujada por la mía y el calor de su cuerpo a mi lado.
Sonreí entre tanto dolor y volví a mi tarea
: pujar.

¡ES UN NIÑO! Oí exclamar y todos los dolores desaparecían de una sola vez.

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