Se quedó muda, me
miraba como si llevase algo extraño en la cara.
-Nayeli, serás… Madre -Expresó sin expresión alguna, aún mirándome
directamente a los ojos.
- ¿No estás emocionada? -Pregunté algo agitada. Simplemente estaba feliz con
la noticia. Sabía que mi edad no era la apropiada para ser madre, pero
simplemente tener un hijo de la persona a quien más amaba, era hermoso.
-¿De quién es? -Preguntó acomodándose seria en el asiento.
-Ya te lo dije, es de John -Suspiré mirando hacia el
frente distraída.
-Es tu
primo ¿Lo sabías? -Que duras palabras ¡Genial! Era lo que faltaba.
Mis expresiones
animadas, emocionadas, contentas desaparecieron. Mamá tenía razón me sentía orgullosa de
haber tenido relaciones por amor con mi propio primo. El nudo en mi garganta
creció… yo lo amaba y no como familia, no sentía ni una
pizca de ese cariño familiar, esos tiernos abrazos, como los de Paul… no Winston me hacía sentir mujer, me hacía sentir la chica más afortunada del mundo
y la más amada.
— ¿Sabes qué? —Enfrenté a mi madre
con rabia— No me interesa
que seamos familia, lo amo… y él me ama. Si tenemos un hijo es por amor, no
porque fuimos dos adolescentes bajo el poder de las hormonas, no, todo esto es por amor.
Me quedó mirando
sorprendida, sabía que no era el tipo de palabras que esperaba escuchar.
Solo me sonrió y me abrazó refugiándome en
sus cálidos brazos protectores maternos.
—Te apoyaré en todo Nayeli —Susurró
besando mi frente.
Le sonreí y sentí
como una lágrima caía por mi mejilla y prontamente otra rodó por las suyas.
Dormí la mayoría del viaje, era una forma
fácil de evitar asquerosos mareos y exquisitos antojos.
Eran las tres de la
tarde en New Jersey y los nervios adormecieron a mi cuerpo al saber que volvería
a esas cuatro paredes una vez más.
Había acordado con mamá no mencionarles nada
hasta que pudiera tener todas las cosas aclaradas con John.
Tocó tres veces el
rectángulo de madera, esperamos alrededor de cinco infinitos minutos cuando George
apareció en la puerta. Se quedó contemplándonos sin expresar ni una sola
palabra.
—Hola otra vez —Sonreí al ver que
era una de nosotras quien tendría que hablar.
—Ho-Hola… —Tartamudeó sonriendo— Oh por dios, lo lamento,
pasen, pasen… me
quedé algo atónito —Rió dejándonos ingresar en el hogar— ¿Esto es una sorpresa de mamá?
Porque la verdad es que no me lo esperaba —Sonrió y extendió sus brazos para
estrecharme entre ellos.
Luego de darle las
explicaciones necesarias nos condujo hasta el patio trasero y una vez más los
nervios recorrieron cada rincón de mi cuerpo al analizar a la familia a través
del cristal.
— ¡Miren quienes deciden volver! —Exclamó
George apareciendo en el amplio jardín.
Mamá caminaba junto a George y yo solo le
seguía el paso un poco atrasado… Oí emitir a la
familia un gran bullicio, todos saludaban a mi madre con gran cariño, mientras
que yo aún seguía escondida tras la puerta.
— ¡¿Significa que Nayeli está aquí?! —La voz
de Paul se escuchó por los cuatro vientos.
Seguramente mamá le había indicado que si,
pues el muchacho apareció emocionado en la cocina, mirando hacia toda dirección
con desesperación.
— ¡Paul! —Exclamé al verlo y
corrí hacia él.
— ¡Nayeli! —Gritó y me levantó
del suelo para poder girarme una y otra vez— Por dios, no puedo
creer que hallas vuelto, te extrañé estas últimas 5 semanas —Dijo aún abrazándome con fuerzas entre sus brazos.
—También te extrañé —Susurré con falta
de oxígeno.
-No pretendes salir ¿Verdad? —Me soltó de sus brazos para mirarme desanimado.
Negué con la cabeza y luego escondí mi mirada en un punto inexistente.
—La verdad, vengo porque tengo que hablar de algo
importante con él —Musité nerviosa y miré a mi primo.
Me miró confundido y enarcó una ceja.
—Pero bueno, luego te cuento. ¿Cómo andan las cosas
con Maggie? —Le sonreí traviesa.
Mordió su labio inferior y sonrió agachando el rostro.
—Tus expresiones me dicen que bien ¿O me equivoco?
—Averigüé buscando su mirada.
Levantó su rostro y asintió. Al parecer me emocioné por lo que sonreí y
volví a abrazarlo.
—Pero luego te cuento —Rió— vamos a saludar —Tomó de
mi mano y me arrastró hasta el jardín.
En menos de dos segundos mis ojos con los de John se cruzaron y mi estomago
se revolvió… no sé si de nauseas o del simple hecho de volver
a encontrarme con él.
Despejé mi vista y analicé a cada integrante a
medida que me saludaban animadamente, Leah, George padre, George, Bob, John y…
mis ojos se cubrieron de lágrimas… Que fácil se le hizo olvidarse de
mí, ahí estaba ella, Anna, con una prefecta sonrisa en el rostro. No hice más
que sonreír y agitar mi mano desanimada.
Me senté junto a todos para compartir una agradable
conversación, al menos para todos, menos para mí. La mirada deWinston seria y
fría sobre mí me atravesaba el corazón.
Quizás nunca debí venir, quizás debí
haber tenido a mi hijo sin un padre al lado, al parecer lo mejor que hubiese
podido hacer era haber dejado que su vida siguiese conmigo fuera de ella.
Mamá me hizo un gesto extraño y entendí que
lo mejor era hablar con Winston.
Me acerqué donde se encontraba él y su novia
a un rincón del jardín.
—John —Susurré con la voz
temblorosa.
—Nayeli —Expresó con
frialdad.
—Ham… Hola, soy la novia
de John, creo que si me recuerdas ¿Verdad? —Sonrió la muchacha
abrazando a John.
Cerré mis ojos y suspiré disimuladamente.
—Si, por supuesto que te recuerdo —Sonreí
cínica— Winston…
¿Podríamos hablar un momento?.. ¿En privado? —Lo miré tensa.
Me atravesó con la mirada y luego suspiró.
—Cualquier cosa que quieras decirme puedes hacerlo
con mi novia presente —Ok, entendía que
estuviese enojado, pero me estaba hiriendo y mucho.
Apreté mis ojos y lo miré con los ojos
quebrados.
—Oigan, no quiero incomodar. Hablen todo lo que
quieran, estaré con los chicos cariño —Sonrió amistosa y
se alejó.
Winston la quedó mirando mientras ella se
alejaba y suspiró para luego mirarme.
— ¿Qué es lo que quieres? —Preguntó
con desprecio.
—No quiero hablar aquí —Lo miré
a los ojos y le hice entender de que lo que quería plantearle, era algo
importante.
Me tomó de un brazo
y me arrastró hasta el interior de la casa, por las escaleras y como destino su
habitación.
-¿Mejor? —Se cruzó de brazos
y miró hacia un lado.
—Sí, gracias —Contesté con
humildad— Creo que te debes
preguntar por qué mi regreso ¿No es así? —Lo miré apenada.
Levantó el rostro para mirarme y asintió con
la cabeza.
Suspiré y tomé la
fuerza necesaria para decirle todo lo que tenía que decir. Me acerqué a él y
tomé de su mano.
—Hay algo… que debes saber —Murmuré temblorosa— hay algo tuyo que se fue a
Seattle conmigo… y quería que lo supieras, es importante.
Una vez más me miró confundido y agitó su
cabeza con suavidad.
—Ya basta de merodeos, dime ¿Qué es lo que sucede? —Regañó
mirándome con rabia.
Lo miré a los ojos
y sentí como los míos se cubrían de lágrimas, lágrimas que pronto resbalaron
por mis mejillas. Pronto agaché mi rostro.
— ¿Qué más pudiste haberte llevado de mí que mi
corazón Nayeli? —Sollozó en un susurro, tomó mi rostro con una mano
y me hizo mirarlo.
Mi mano que aún
sujetaba la de él, la guié hasta mi vientre y sollocé.
Me miró serio a los ojos abriéndolos cada vez
más, seguramente había entendido el mensaje.
—Nayeli… tu… —Murmuró sin voz.
—Estoy embarazada John —Susurré
sin aliento.
Tomó mi rostro
entre sus manos y acercó sus labios con lentitud a los míos para, una vez, más
bañarlos en ese dulce sabor que tenían sus besos. Sin pasión, sin descontrol… No era
más que ternura, dulzura, cariño y lo más importante… amor.
Me tomó de la
cintura y yo por mi parte rodeé su cuello con mis débiles brazos.
De a poco me fue empujando hasta sentir como
mis pies perdían el contacto con la superficie y me recostaba lentamente sobre
el acolchado.
—Te amo Nayeli… —Susurró
con calma sobre mis labios.
—Y yo a ti Winston —Susurré admirando
su belleza, cada perfección de su rostro.
Se recostó a mi lado. Su tibia mano acarició
mi mejilla, mientras que la libre acariciaba suavemente mi vientre por debajo
de la remera.
—Winston todos estamos esperando… —De la nada surgió una voz femenina en la
habitación.
Nos separamos con brusquedad y miramos hacia
la puerta del cuarto. Era Anna.